ECONOMIA
13 de mayo de 2025
Del Descuento al Reajuste: el Combustible que Baja para Subir

Tras una baja del 4% en abril que generó expectativas de alivio, el precio de los combustibles vuelve a encender alarmas. En mayo, la Secretaría de Energía autorizó aumentos de hasta un 5% en el biodiésel y un 2% en el bioetanol, insumos clave en la mezcla de combustibles líquidos. Aunque el congelamiento de impuestos sigue vigente, el ajuste en los biocombustibles anticipa posibles subas en los surtidores.
Como quien hace una oferta tentadora para luego aplicar recargos con letra chica, el precio del combustible en Argentina vuelve a mostrar su dinámica cíclica: en abril bajó un 4%, pero en mayo ya comienza a recuperar terreno con un incremento del 5% en el biodiésel y del 2% en los bioetanoles. Una baja que, vista en retrospectiva, parece haber sido solo una pausa para tomar envión.
La Secretaría de Energía oficializó esta semana nuevos valores para los biocombustibles mediante las resoluciones 195 y 196/2025, con aumentos que, aunque moderados en los papeles, podrían repercutir directamente en los surtidores en las próximas semanas. El contexto no es menor: mientras se mantiene congelado el impuesto a los combustibles, el costo de los insumos clave para la mezcla de gasoil y naftas no para de subir.
“Este es el quinto aumento del biodiésel en lo que va del año”, recuerda el analista energético Daniel Gerold, y advierte que “si bien no es automático, ese ajuste termina trasladándose al precio final que paga el consumidor”. Lo mismo ocurre con el bioetanol, que ya suma su cuarto incremento en 2025. La reducción temporal de abril queda así rápidamente absorbida por la tendencia general.
Desde el Gobierno, se argumenta que estos incrementos buscan “evitar distorsiones” y garantizar la rentabilidad de los productores de biocombustibles. Sin embargo, para los automovilistas y transportistas, que viven con un ojo en el velocímetro y otro en el surtidor, la sensación es otra: un alivio fugaz seguido por una nueva presión sobre los costos.
El precio mínimo de adquisición del biodiésel se fijó en $1.251.837 por tonelada, mientras que el bioetanol de caña y de maíz alcanza $788,181 y $722,395 por litro, respectivamente. Son cifras que, si bien forman parte del mercado mayorista, tienen impacto en toda la cadena de valor del combustible.
“El problema no es solo cuánto sube, sino la incertidumbre permanente”, apunta Emilio Apud, ex secretario de Energía. “Sin previsibilidad, no hay manera de planificar ni para las empresas, ni para los consumidores, ni para el Estado”.
La situación genera un doble desgaste: económico y psicológico. Cada mínima baja es celebrada como una victoria, aunque sea simbólica, y cada suba se recibe con resignación. El resultado es una suerte de montaña rusa tarifaria donde nadie sabe en qué curva viene la próxima sorpresa.
Mientras tanto, el precio de los combustibles sigue siendo una pieza clave para la inflación general. En un país donde la logística es esencial para la economía federal, cualquier modificación en los costos energéticos tiene efectos multiplicadores.
La paradoja es evidente: en un contexto donde el Estado intenta contener los precios, termina autorizando incrementos en componentes básicos del sistema. Y lo hace en cuotas, como para que duela un poco menos. Aunque, a esta altura, la anestesia ya no hace efecto
Por Hugo Ovejero
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